Si alguien le preguntara a Peyton por los mejores quartebacks
de la historia, seguro que nombraría entre ellos a tipos como Marino o Favre. De hecho, ¿quien osaría no incluirlos
entre los más grandes? Yo desde luego los incluyo y no creo que haya necesidad
de debatir demasiado. El propio Peyton
nos daría sobradas razones, son jugadores que han marcado época, han marcado a
sus equipos, han sido auténticos dioses para ellos, han demostrado su calidad año
tras año, han dejado innumerables records, y han reverdecido viejos laureles
para sus franquicias, franquicias que sin ellos lo han pasado realmente mal, no Green Bay milagrosamente, pero que pregunten en Minnesota o en Miami como les va las
cosa. Ah si, y además uno de ellos hasta tiene un anillo.
A todo esto en casa de los Manning que fiesta el día que
Elisha se clasificó para jugar la Superbowl, todo alegría y regocijo por la
clasificación de minimanning. Madre mía cuanto inconsciente en esa familia. El día
que se decidieron los equipos que iban a jugar en Indianápolis, también se
estaba poniendo la primera rueda para la silla de Peyton, ese orgulloso general
en el campo con un enorme complejo de inferioridad fuera de él. Al tiempo.
Estaba empezando la temporada pasada y ya debatíamos sobre el
final de la carrera de Peyton. Muchos considerábamos que era el momento de
dejarlo. Tenia anillo, records, admiración, algo de dinerito en la hucha, ejem, su
foto en Canton esperando para ser colgada, palmeros por aquí, palmeros por allá… lo tenia todo. Lo
mejor sería decir adiós, llevarse una ovación, y prepararse para nuevos retos fuera del campo. Pero que va. Pronto pudimos ver que no dejaría el
football bajo ningún concepto. Y es que cuando alguien se va a otro país, a
probar una medicina experimental, sin ninguna garantía de efectividad, y no
admitida en tu país, es como encomendarse a santa no se quien, o ir a ver al
curandero del pueblo de la abuela a que te imponga sus poderes místicos: desesperación pura y dura.
Aun manteníamos la esperanza de que los médicos directamente
le dijeran que ni en broma podía volver a ponerse el casco y que tenia que
dejarlo. Pero no ha sido así, y Peyton se ha empeñado en volver. Y si está bien
o mal para jugar a su nivel es lo de menos. Lo que a mi me importa son los
motivos que le impulsan a regresar: complejos.
Que no digo que no sean lógicos, sabes que probablemente
eres el mejor de tu generación, y uno de los mejores de todos los tiempos, pero
no has podido demostrarlo como tú hubieras querido: con un puñado de anillos. Y
es que, ¿qué lleva a un tipo que es el
dueño y señor de Indianápolis, ídolo nacional, ganador de un anillo y de un
millón de records, futuro miembro del salón de la fama a seguir jugando en su
estado? esta claro que tiene que ser una espina clavada, algo que hace que aunque
media américa le vea como un dios, él se
vea como un segundón: solo tiene un anillo, su hermano el malo dos, y su
archienemigo Brady tres y lo que te rondaré
morena (y suerte que no cayo el cuarto).
Así que el tipo frio y calculador, el día que vio que
Patriots y Giants se iban a jugar el anillo, cargo una bala en el revolver y se
puso a jugar a la ruleta rusa. O su hermano conseguía más anillos que él, o
Brady cerraba el eterno debate con un cuarto anillo, no había duda, debía
volver al campo si o si. Y debía hacerlo para ganar otro anillo, y explíquenle
ustedes qué, como Favre o Marino, no necesita más anillos para pasar a la historia. No hace falta que le partan el
cuello sobre el emparrillado para que le recordemos con admiración (o respeto).
Peyton y los Colts se han visto obligados a
separarse, a los dos les pesa, pero los dos saben que llega el momento de
romper. Colts gracias a la lesión de Peyton tienen el primer pick, y al
quaterback que todos parecen esperear desde hace dos años, Luck. No pueden
pagarles a ambos y hacer un equipo. No pueden renunciar a su flamante pick numero
uno y quedarse con un jugador del que ya no pueden saber cuanto tiempo aguantará.
El 18 por su parte quiere un equipo que le acerque a su segundo anillo lo antes
posible, y visto el lamentable espectáculo del año pasado desde la banda, tiene
claro que Indiana no es ese lugar. Y ahí está el hombre, barajando que equipo
en ruinas le puede interesar más en su asalto al anillo, los Dolphins, los
Broncos, los Jets… por lo menos sirve para mantenernos ocupados durante la
temporada baja, y evitar que solo hablemos de los Saints.
Muchos me diréis que es admirable su entrega, su afán de
superación, su bla bla bla. Los hechos son admirables en función de los sentimientos
que los motivan. El eterno año más de Favre era un esfuerzo admirable, noble,
por conseguir ir más allá, inspirado por su amor al football, que queria otro anillo, pues claro, pero sobre todo amaba el deporte. Pero aquí todo nace de un sentimiento
negativo: insatisfacción y complejo de inferioridad frente a Brady. Yo lo tango claro. Por eso aunque su valor
pueda inspirarnos, la cabeza me dice que no hace lo correcto. Esta
semana en Mike & Mike lo resumían perfectamente: Manning está a un snap del
retiro. Realmente no creo que termine en una silla de ruedas, pero es un riesgo
innecesario que puede mostrarnos a un Manning venido a menos, un mal retrato de
lo que fue, no le llevará a ganar un
segundo anillo, y no le dará nada que no se merezca sobradamente desde hace
tiempo.
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