La mayoría de las culturas y sociedades han dedicado estatuas para evocar a sus dioses. En Texas los únicos dioses que conocen son los del football y hoy, 1 de abril, en el Spring Game de los Texas Longhorns se inaugura una estatua de bronce dedicada a Ricky Williams. Esa es la razón que me recuerda que escriba una entrada en el blog para repasar la carrera de uno de mis running backs favoritos.
En su etapa universitaria con los Longhorns (95-98), batió 38 records de la Universidad de Texas y 15 de la NCAA, consiguiendo 6.279 yardas de carrera y 72 touchdowns. Fue el segundo jugados del College en ganar el torfeo Heisman (el anterior fue Earl Campbell) y es uno de los 6 jugadores que tienen el número retirado.
Lo draftearon los New Orleans Saints en el número 5, y con ellos jugó sus 3 primeras temporadas NFL, acumulando ya las 3.100 yardas de carrera. En el 2002 lo traspasaron a Miami Dolphins y aquella fue su mejor temporada con 1.850 yardas de carrera y 16 TDs. Era un derroche de explosividad y potencia, y su stiff arm era temible.
En el 2004 su carrera se vió truncada por un segundo positivo por marihuana, y emprende un peculiar viaje para encontrarse a sí mismo y desintoxicarse de sus adicciones, probando diversos tratamientos. El escalofriante documental de la ESPN, Run Ricky Run, narra todo el proceso, y he aprovechado para revisionarlo esta semana.
Ricky, con una infancia sin una figura paterna, sus adicciones, una mente atormentada con múltiples problemas psicológicos, como fobia social, era un superdotado del football y, después de recuperarse, volvió a jugar para los Dolphins hasta el año pasado que fue traspasado a Baltimore Ravens.
En su segunda etapa, compartiendo el backfield con Ronnie Brown, aún siendo un buen jugador, no volvió a ser el de sus mejores números. A sus 34 años ha anunciado su retirada con 10.000 yardas de carrera a sus espaldas y 66 TDs.
La pregunta que me hago yo, y se han hecho otros muchos, es "What if ...", ¿Qué habría pasado si Ricky no hubiera tenido problemas extradeportivos? Seguramente se habría quedado cerca de las 15.000 yardas y 120 TDs y estaríamos hablando de un candidato al Hall Of Fame.
Aunque ya hace un par de meses que anunció su retirada, San Diego Chargers se ha interesado por él. Espero que vuelva y poder seguir disfrutando de sus carreras, en lugar de dedicarse al yoga y a su fundación.
¡Corre Ricky, Corre!
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